Con el Internet todos se han beneficiado de la tecnología. Hoy en día cualquiera puede editar, publicar informaciones, opiniones, comentarios o cualquier contenido que en ese momento considere pertinente, y a difundirlos y transmitirlo ante una audiencia virtualmente mundial. Ahora son muchos los que se llaman “periodistas” en este nuevo contexto tecnológico y social. Esta nueva corriente se ha propagado como un virus, contagiando a todos.
Bienvenidos todos aquellos que se quieran infectar.

jueves, 28 de enero de 2010

El nacimiento del ciberactivismo político

Artículo de opinión publicado en El País de España
22.06.2008
TRIBUNA: ANTONI GUTIÉRREZ-RUBÍ

El auge del activismo digital y de la videopolítica contrasta con la languidez de las estructuras tradicionales de los partidos. Barack Obama lidera mundialmente un fenómeno que también está llegando a España

Existe una notable efervescencia digital en la preparación de los congresos que la mayoría de las fuerzas políticas españolas (ERC, PP, PSOE, CDC...) han celebrado, están celebrando o van a celebrar antes de las vacaciones de verano. Se han llegado a debatir online diversas enmiendas de política 2.0 a las ponencias oficiales. En la mayoría de los casos, estas enmiendas abordaban el uso de las nuevas tecnologías en la acción política. Pero algunas han ido incluso más allá y, confiando en el potencial de cambio de las nuevas tecnologías, han propuesto repensar tanto el modelo organizativo de los partidos como sus fórmulas para el debate programático y sus mecanismos de relación con la ciudadanía.

Existe una fuerte convicción de oportunidad inaplazable. Las dificultades sociales y políticas a las que todos debemos enfrentarnos, en lo local y global, exigen que el talento y la creatividad latentes en la Red penetren y revitalicen las estructuras de los partidos democráticos para actualizar su concepción básica: la de servicio público. Hay hambre -y urgencia- de nuevas ideas para los nuevos desafíos. Y la Red palpita mientras las estructuras partidarias languidecen. Hay quien lo intuye y hay quien no quiere verlo aunque lo sabe.

El eco de la videopolítica y del activismo digital en la campaña para las elecciones generales del pasado 9 de marzo está muy presente en este contexto. Por primera vez, los partidos políticos utilizaron en España de forma masiva, estratégica y organizada diversas iniciativas en la Red para movilizar recursos humanos (descubrieron el potencial de los cibervoluntarios) y ensayaron acciones de comunicación viral muy efectivas. Asimismo, los medios de comunicación tradicionales, escritos o audiovisuales, experimentaron fórmulas de participación ciudadana basadas en el ciberespacio. Incluso se intentó, sin éxito, un debate digital entre los dos principales candidatos a la presidencia, Zapatero y Rajoy.

A esto se añade el que el apasionante duelo de las primarias demócratas norteamericanas ha impactado con fuerza en la política española, que se interroga sobre el capital de energía política y organizativa que suponen los ciberactivistas y la posibilidad de enrolarlos como cibermilitantes. Hay un gran consenso en que buena parte del éxito de Barack Obama ha radicado en el uso inteligente de las herramientas de la cultura 2.0.

Obama ha comprendido la capacidad política de las redes sociales digitales, empezando por su capacidad para movilizar seguidores o para captar donaciones. Él ve las nuevas tecnologías no como un medio más, sino como el reflejo organizativo de una nueva cultura política. Y a ello se debe buena parte de la conexión del senador con los jóvenes y los sectores más dinámicos, que sienten que el candidato conversa con ellos a través de sus propios medios y sus propios códigos.

El momento es apasionante y sería imperdonable no aprovecharlo como palanca de renovación de la política española. Es una gran oportunidad para que los partidos acometan en profundidad un cambio de estilo y de cultura organizativa que sea capaz de hacerlos evolucionar hacia estructuras más abiertas, flexibles e innovadoras, como ya lo han hecho gran parte de las empresas, universidades y otras organizaciones en el marco de la sociedad de la información y la comunicación.

El anuncio, por ejemplo, del Plan de Modernización de las Agrupaciones con el que el PSOE está estudiando una reforma de su organización interna, ha creado un marco adecuado, en el espacio socialista, para este debate sobre el modelo de militancia en el siglo XXI. Las Casas del Pueblo no ofrecen hoy para muchos ciudadanos ningún atractivo, ni como espacio de socialización, diálogo o representación, ni como espacio de activismo político. Se han quedado casi sin pobladores y no reflejan la pluralidad sociológica y cultural de su entorno (especialmente en contextos urbanos). Mientras tanto, las causas y las ganas por comprometerse crecen en nuestra sociedad.

Otros partidos, como los catalanes PSC y CDC, también viven con intensidad la efervescencia de sus bases y se encuentran en pleno debate precongresual preguntándose cómo interpretar la pulsión de cambio y cómo acogerla sin defraudarla. Hay demanda de otra -y nueva- política. Hay urgencia de nuevas organizaciones.

Sin embargo, no todo el mundo participa de este ciberentusiasmo en el debate precongresual del PSOE. La enmienda 445 (impulsada por algunos socialistas valencianos) y la Facebook (animada por muchos activistas y recogida por varias federaciones) han recibido apoyos pero también fuertes rechazos. Hay miedo a que lo digital desborde y contamine. Algunos dirigentes, incluso jóvenes dirigentes, creen que los culos de hierro y los brazos de madera (en alusión al control orgánico de las asambleas de discursos interminables y votaciones unánimes) son más democráticos, "porque la gente está presente y da la cara". Y existe el recelo mal disimulado de que tanto hervor digital sea una moda, esté vacío de contenido político y sea prisionero de nuevos y elitistas dogmáticos que acaben ampliando la brecha digital. Pero los riesgos, algunos de ellos muy reales, no pueden ni deben paralizar los cambios necesarios y urgentes. La política formal puede llegar tarde y mal a lo emergente. Que no se extrañe entonces de ocupar el último lugar en la valoración social.

En este fuego cruzado, a algunos dirigentes tan sólo les tienta canalizar la energía de los activistas digitales para instrumentalizar su capacidad movilizadora, pero lateralizando su protagonismo y liderazgo. Creen que el espacio digital hay que colonizarlo, sin comprender que de lo que se trata es de influir y dejarse influir. Pretenden convertir lo digital en un nuevo espacio dogmático o de reclutamiento, pero así sólo se encontrarán con redes vacías de vitalidad. Otros identifican la Política 2.0 con propuestas sobre las TIC o con expresar simpatía con los defensores del software libre. Pero aquéllos y éstos se equivocarán (o se quedarán cortos) si simplifican o reducen la intensidad de estos cambios políticos a lo simplemente "tecnológico".

La cultura digital es una ola de regeneración social (de ahí su fuerza política) que conecta con movimientos muy de fondo en nuestra sociedad: placer por el conocimiento compartido y por la creación colectiva de contenidos; alergia al adoctrinamiento ideológico; rechazo a la verticalidad organizativa; fórmulas más abiertas y puntuales para la colaboración; nuevos códigos relacionales y de socialización de intereses; reconocimiento a los liderazgos que crean valor; sensibilidad por los temas más cotidianos y personales; visión global de la realidad local y creatividad permanente como motor de la innovación. Sí, hay esperanza de nuevos liderazgos. Pero en la Red sólo se reconoce la autoridad, no la jerarquía. Mejor las causas que los dogmas.

Así que no estamos hablando simplemente de nuevos militantes (cibermilitantes) o de un nuevo campo de batalla política (la Red). Tampoco se trata tan sólo de nuevas herramientas (blogs, wikis, twitter, redes, videopolítica...). Ni tampoco se resuelve esta cuestión con una nueva "sectorial" (la de la sociedad del conocimiento y la información). No, no hablamos sólo de tecnología. Hablamos de la política del futuro. De comprenderla nuevamente, de repensarla en la sociedad red.

Si se quiere, puede empezarse por el nombre de la cosa. ¿Cibermilitantes? Ahora que estamos en pleno periodo de celebración de congresos, sería una gran contribución hacer una pequeña renovación semántica. ¿Por qué no abandonar definitivamente la palabra "militante" y reivindicar la de "socio" o "activista"? A pesar del valor emocional y político que tuvo en el pasado, la palabra "militante" tiene hoy resonancias comunicativas de disciplina férrea, excluyente y acrítica. Además, no aparece ni una sola vez en la Ley de Partidos, que utiliza siempre el término "afiliados".

Ahora que están a tiempo, piénsenlo, por favor. Si quieren hacer ciberpolítica, no insistan en llamar cibermilitantes a los activistas. Empiecen por las palabras. No es un cambio menor. Y sigan luego con los otros. Ha llegado el momento.



Obama conversa con los sectores más dinámicos con sus propios medios y sus propios códigos
No hablamos de tecnología. Hablamos de la política del futuro, de repensarla

Ahora los periodistas son los ciudadanos






19 de febrero de 2008
Beatriz Cruz Salazar
El Universal


Cita
Quizás no tengan un título de Comunicación Social en sus manos, pero están seguros de lo que quieren expresar. Así trabajan los periodistas comunitarios, para quienes los medios tradicionales no son suficientes para que se sepa lo que ocurre día a día en sus sectores.

"Hay cosas que se pierden en el camino, puede ser por la falta de tiempo o alcance de los medios, y la gente siente que no se le está tomando en cuenta. Por eso los ciudadanos han tomado la iniciativa", comenta Sandra Carrillo, miembro de la Asociación de Vecinos de Chuao, que desde el 2001 cuenta con el Equipo Vecinal de Prensa Voluntaria, una red de 50 personas dedicadas a reportar lo que sucede en sus urbanizaciones.

Una táctica similar utilizan los creadores del periódico Acento, que circula en El Cafetal. Aunque sus directores están ligados con el periodismo y poseen una redacción en la que trabajan profesionales universitarios, la mitad de las propuestas de trabajo llegan de parte de los vecinos, según asegura Judith Rodríguez, jefa de redacción.

"El 50% de la pauta se define a través de lo que comunican nuestros vecinos, incluso hay quienes colaboran redactando las columnas informativas", explica Rodríguez, quien a su vez indica que más allá de informar, el objetivo de este periódico es tener un registro histórico de lo que sucede en esta comunidad.

Pero en el ámbito popular también existen este tipo de iniciativas. Jesús Torrealba, director de Radar de los Barrios, explica que por años los procesos de construcción de ciudadanía en los sectores populares han pasado inadvertidos. "Los medios estatales vienen a los barrios con intención propagandística y los independientes solo voltean su mirada con los hechos de sangre y desgracias", dice.

Frente a este panorama, al menos 18 millones de venezolanos que habitan en barrios están subatendidos por la agenda informativa, estima Torrealba. "Esta es una de las razones por las que promovemos una red de dirigentes que sean capaces de comunicar qué es lo que pasa y qué es lo que quieren que pase en sus barrios. Ellos son corresponsales comunitarios", afirma.

La tecnología, según reconoce el director de Radar de los Barrios, ha sido determinante en este proceso de formación de comunicadores vecinales.

Sin embargo, agrega que hay otros factores influyentes como lo son la estima del hombre del pueblo hacia el periodista y el impacto del discurso de Chávez de "empoderamiento" de los pobres. Asimismo, destaca que las representaciones sociales son tan importantes como los hechos. "Un hecho puede suceder, pero si no tiene traducción en el ámbito comunicacional es como si no hubiese pasado".

En este contexto, Torrealba apunta que los medios comunitarios no pretenden sustituir a los tradicionales, sino complementarlos. "Ambos tienen que trabajar de la mano, enseñar que la fuente comunitaria no es sólo la cloaca rota. Pero, también los vecinos tienen que aprender el uso eficiente y responsable de la comunicación y que esta es una capacidad irreprimible que tiene el ciudadano", concluye.

miércoles, 27 de enero de 2010

Participación Social y Ciudadana.




Autor:  Armando Peraza Guzmán


Fragmento de la Conferencia impartida el 9 de junio de 2006 en la Primera Reunión de Consejos Municipales de Participación Social para la Educación en la ciudad de Mérida Yucatán México.

Desde la óptica de la democracia, la participación está incluida dentro de al menos dos de sus componentes, la inclusión y la pluralidad. Hasta la fecha en México traemos, culturalmente hablando, la idea de que la participación se refiere solamente a la emisión del voto ciudadano en elecciones periódicamente establecidas, sin embargo, la democracia es más que eso, es un estilo de vida y es ahí donde los mexicanos no hemos podido transitar a una vida democrática debido a lo limitado de una visión que nos fue dada tanto dentro de la familia como de la escuela, donde la voz del padre, es la voz de la autoridad indiscutida y donde la voz del maestro en el aula nos enseña que la obediencia es una virtud.

Nada más falso, la obediencia sin un proceso dialógico previo es una forma más de ejercer un autoritarismo exacerbado   de alguien que posee una autoridad institucionalmente reconocida, sobre alguien que considera inferior, sea un subordinado, un hijo, una esposa o dependiente. Aquí lo interesante sería determinar en que consiste este proceso de diálogo y entender como su uso nos lleva a relaciones de calidad, tanto en el ámbito del trabajo como en el personal o el familiar.

Dialogar y acordar, acciones que cuando se manejan juntas nos llevan a la calidad y que en el ámbito de la filosofía y de las relaciones humanas se ha dado en llamar “pensar” que contrariamente a lo que comúnmente
creemos no es una actividad en solitario, es una actividad en grupo, donde la discusión pacífica en torno a posibilidades de acción nos provoca una sensación de realización que difícilmente puede ser igualada por alguna otra actividad una vez que la conocemos y disfrutamos, pues el triunfar, el ser escuchados, el que nuestra opinión cuente, el aparecer en un ambiente de toma de decisiones nos hace sentir que existimos y que estamos realizándonos como seres humanos, lo que nos obliga moralmente a luchar por él o los proyectos surgidos en ese espacio que nos hemos creado y que una vez establecido estamos dispuestos a defender.

A este proceso se le conoce también como libertad, pues para ser libre se tiene que vivir bajo el riesgo constante de perder y es por tanto una cualidad que tenemos que alcanzar luchando continuamente contra la mediocridad y el conformismo, para fundar una verdadera democracia que esté orientada a la búsqueda de una libertad institucionalmente establecida, donde los hombres o mujeres que quieran, puedan tener la oportunidad de ser libres y adquirir condición humana.

Cuando digo, institucionalmente establecida, me refiero a que tanto en el ámbito social como en el gubernamental debe existir una protección hacia la participación ciudadana que limite la violencia social y gubernamental producida por un autoritarismo excesivo y abusivo que fue la marca de la casa durante el siglo pasado y que sigue existiendo en el presente, a pesar de nuestra supuesta transición a la democracia. La vía hacia la libertad está patéticamente incompleta, generando la sensación de que la nuestra es una sociedad injusta y en muchos casos ilegal, donde la violencia contra las minorías y los débiles, además de una marcada corrupción, son la marca de la casa.

Para ilustrar mi idea quisiera contarles una anécdota del libro “sobre la revolución” relatada por la filósofa
política del siglo XX, Hannah Arendt, sobre uno de los padres de la revolución americana, Jefferson, quien al término de la revolución era un hombre muy ocupado pues tenía, junto con muchos más hombres, que fundar un país dándole un marco jurídico justo. El suyo era un trabajo agobiante marcado por interminables discusiones con sus iguales que le hizo escribir una misiva a algún amigo donde se quejaba de lo agobiante y cansado de su labor y le expresaba su añoranza por tener un tiempo para estar en su casa, con su familia, donde pudiera leer un libro y tomar una copa de vino ante un buen fuego, añorando ésta que el consideraba una forma de ser feliz. El destino caprichoso le dio gusto, perdió las siguientes elecciones y tuvo que abandonar el ejercicio de lo público y retirarse a casa a hacer aquellas actividades que supuestamente lo harían feliz.

Un tiempo después, en una nueva misiva al mismo amigo le expresó su equivocación que palabras más, palabras menos, podían expresarse así, –cuan equivocado estaba, esta inactividad es terrible, nunca he pasado momentos más tristes en mi vida, añoro las discusiones y la participación en la definición de los proyectos de la nación y las largas jornadas donde podía expresar mi voz y establecer una idea que quede plasmada para el buen gobierno futuro.

Como vemos, el ejercicio público de nuestra opinión razonada y sujeta al debate puede ser un acto de liberación, que por el peligro que representaba para los gobiernos autoritarios del pasado fue acotado hasta casi desaparecer y donde ellos nos informaban de la situación de sus encomiendas de gobierno mediante discursos escritos muy alejados de la realidad y marcados por la mentira y la simulación.

La mentira, los fraudes electorales y los obstáculos a la participación nos fueron haciendo conformistas y llegamos a considerar que nuestra participación sólo se refería al manejo de nuestro voto en las elecciones, sin entender que la acción de votar es sólo el inicio de la democracia.

Al acto de participar el Instituto Federal Electoral (IFE) le llama “ejercicio de una razón pública”(cit por:
Pedro Flores Crespo Observatorio Ciudadano), y lo entiende “como la experiencia cotidiana de los ciudadanos cuando participan, con reales posibilidades de influir en la deliberación de las decisiones públicas, acción que se desenvuelve secuenciálmente hablando, en tres partes: Primero, debemos tener un vigoroso flujo público de información sin censura, segundo, debe haber un proceso de deliberación y discusión colectiva de nuestras razones informadas y tercero, la participación de los ciudadanos en la decisión que les incumbe mediante su opinión pública o con su voto”.

¿Por qué tendríamos que participar? ¿Por qué tomarnos la molestia? Estas son preguntas complejas y a la vez sencillas de responder. Vivimos en la sociedad del conocimiento donde la única posibilidad de salir adelante es poseer las habilidades para generar conocimientos, no para aprenderlos, y es ahí donde se encuentra el fracaso de la escuela en México, cuando los maestros siguen enseñando, cuando la información que reciben nuestros niños dada la velocidad con que cambia el mundo sólo es válida durante cinco o seis años, y después, qué van ha hacer nuestros muchachos enfrentados a un mundo que les exige nuevos conocimientos y que ellos no pueden aprender, porque se aferran a lo que sus maestros les enseñaron.

Lamentablemente no les enseñaron a aprender, a trabajar en grupo y a pensar --entendida como una acción colectiva y no individual--, les enseñaron a memorizar y a repetir, por tanto les enseñaron a ser desempleados, a ser pobres y a estar condenados a las penurias económicas, esto es lo trágico de la
escuela mexicana. En la última reunión del Grupo de los Nueve de la UNESCO, realizado en Monterrey, grupo dentro del cual se encuentra México y que reúne a los países con los sistemas educativos más grandes y con mayores problemas de desarrollo, el Presidente Fox dijo que el sueño de todo humanista es lograr una educación para todos y explicó, que para romper el círculo vicioso de la pobreza es necesario establecer un sistema educativo universal, sin discriminación y de calidad. En la misma reunión se dijo --Citando a John Kenneth Galbraith famoso economista y humanista--, que “la condición primera para hacer desaparecer eficazmente la pobreza es lograr que los hijos de familias pobres tengan a su disposición escuelas de gran calidad.

domingo, 24 de enero de 2010

Periodismo cívico: El empoderamiento de los ciudadanos

Por: Gioconda Brun

Dentro del periodismo cívico existe la tentación de informar sobre resultados anticipados que no han sido apropiadamente comprobados así como también la información ofrecida no siempre es completa ya que se privilegia una lectura rápida y fácil de temas complicados para no "aburrir" a los lectores, esto es lo que comúnmente se llama rumores, y como tal no tienen fundamento, ni basamento.

Es por ello, que corresponde a los propios ciudadanos y desde el seno de sus comunidades, ejercer un papel en conjunto con el Estado, para que informaciones tan importantes relacionadas con la salud, el bienestar físico y mental y el desarrollo sustentable de las mismas lleguen a la mayoría de la población que posea y/o tenga acceso a las herramientas tecnológicas como equipos de computación e Internet, y de ese modo se pueda difundir al resto de las comunidades.

Waisbord (2002), señala que una posibilidad es que el periodismo en salud puede aplicar principios del "periodismo cívico" para avanzar el entendimiento y estimular discusiones sobre problemas de salud y soluciones a nivel comunitario. El "periodismo cívico" propone un periodismo que tenga como objetivo identificar y atacar problemas locales que afecten la vida de las comunidades. Si el periodismo comúnmente se focaliza en noticias y fuentes oficiales, la alternativa es poner los ciudadanos al centro. Si el periodismo suele legitimar la posición de los poderosos, la alternativa es un periodismo que permita fortalecer ("empower") a los lectores. Es necesario un periodismo que reconecte a los lectores como ciudadanos, que tome posiciones, y que genere debates públicos.

De allí, la importancia que tiene el ser partícipe de portales digitales, donde los miembros de la comunidad, tomen parte activa, dentro del proceso de recolectar informaciones y que sean capaces de alguna forma, de generar cambios positivos e identificar los problemas que aquejan a esos miembros.

Periodismo ciudadano: Una nueva forma de democratizar la información

 Por: Gioconda Brun

Bowman y Willys, autores del libro “Nosotros el medio: las raíces del periodismo para la gente y por la gente”, definen al Periodismo Ciudadano o Participativo como “el acto de un ciudadano, o un grupo de ciudadanos, jugando un papel activo en el proceso de recolectar, analizar y diseminar noticias e información”. En cambio para Dan Gillmor conocido como el padre del Periodismo Ciudadano: “no hay una definición única. Puede incluir desde la creación de un blog personal en Internet, o el envío sobre algún tema importante a una comunidad grande o pequeña, hasta la creación de una página Web de noticias”.

Esta trama digital ha favorecido el desarrollo del Periodismo Participativo o Ciudadano; la sección de Cartas al Director, el Derecho a Réplica y el Derecho de Rectificación eran las únicas vías a disposición del público para acercarse al medio y manifestar algún malestar en la comunidad, faltas, injusticias o abusos. Pero gracias a la aparición del Internet hoy la interactividad, como condición que identifica y distingue más que ninguna otra al medio digital, ofrece infinitas y múltiples posibilidades a las audiencias; los que antes eran lectores, oyentes o telespectadores, tocados por la tecnología de Internet, se han transformado ahora en nuevos actores de la red, y esta red no sólo protege los antiguos derechos de réplica o rectificación, sino que además avala su cumplimiento o al menos la publicación instantánea de las demandas.

Los usuarios de la Web se han convertido en potenciales “Periodistas de las comunidades”, proporcionando un sinnúmero de informaciones relevantes o no, y todo esto gracias a Internet y la tecnología. Los hechos acontecidos en una comunidad, y expuestos en los medios digitales por los mismos ciudadanos, vienen a constituirse en uno de los fenómenos de la era digital, dando paso a la democratización de la información. El fenómeno del Periodismo Ciudadano se engendra cuando los públicos son espectadores directos de hechos noticiosos y al mismo tiempo tienen los instrumentos necesarios para propagar ese conocimiento. Es sólo cuestión de estar en el momento oportuno y en el sitio adecuado.

Significa entonces, que este nuevo actor del periodismo, el “Periodista Ciudadano”, provisto de herramientas tecnológicas puede integrar a su comunidad dentro del mundo, la era digital ha transformado a todos los ciudadanos en periodistas potenciales. Estos usuarios de los portales digitales, por supuesto no son periodistas ya que no poseen las competencias que se adquieren en una universidad, pero si cronistas del acontecer diario. No obstante, existen personas y sobre todo profesionales de la comunicación social, que no están de acuerdo con esta nueva manera que tienen los ciudadanos de dar a conocer las informaciones.

Es necesario entonces, delimitar y establecer diferencias entre un periodista egresado de una universidad y un periodista ciudadano. Manuel López, define al periodista como “aquel profesional que realiza día a día un producto comunicacional diseñado y sostenido técnica y financieramente por una empresa”, mientras que un periodista ciudadano, es aquel que recolecta y disemina información sobre algún hecho noticioso. Pero la diferencia más significativa, entre periodismo ciudadano y periodismo tradicional estriba en sus estructuras y en su organización.

miércoles, 20 de enero de 2010

COMUNICACIÓN Y SALUD PÚBLICA DESDE LA PERSPECTIVA DEL PERIODISMO CÍVICO.

Por: Gioconda Brun

Bienestar y Salud

Según la Organización Mundial de la Salud, "La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Una de las máximas de ésta organización reza que “el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social”. Es decir, que la salud y el bienestar social están íntimamente relacionados con esa sensación de paz y tranquilidad que puedan tener las personas. Para la OMS “los resultados alcanzados por cada Estado en el fomento y protección de la salud son valiosos para todos”.

Lolas (citado en Waisbord, 2002) sugiere, que el Estado debe ejercer tres funciones fundamentales:

  • Generar condiciones que facilitan la salud
  • Proveer y facilitar medios para individuos y la sociedad
  • Proveer recursos para promover la salud y recuperarla.

De allí, que deba existir un progreso actual y sustentable en las áreas de la salud y bienestar físico y mental. Sin embargo, aun resulta insuficiente la poca divulgación en lo concerniente a materia de salud y prevención de enfermedades que el Estado, como garante del bienestar tiene. Por ello, los ciudadanos y su empoderamiento con las nuevas tecnologías de información y comunicación a través de los blogs y portales digitales tienen todo el derecho a estar informados y al mismo tiempo dar a conocer a sus coterráneos, todo lo referente a la salud y bienestar, para lograr un desarrollo social integro y cónsono con el mundo en que vivimos.

Cofiño et al (2007), resumen en su artículo que la Organización Mundial de la Salud, considera imprescindible la participación y responsabilidad de las comunidades para el desarrollo de su salud, y a la atención primaria orientada a la familia y la comunidad como una de las principales estrategias de actuación.

Sin embargo, ha surgido un nuevo actor que está ejerciendo un papel protagónico gracias a recursos como el Internet. Ya no queda sólo por parte de los gobiernos brindar condiciones necesarias de salud y bienestar, son los miembros de las comunidades, los que tienen el deber fundamental de aportar a través de medios digitales, emprender acciones que vayan en beneficio de la salud y el bienestar social.

Periodismo en salud y el ideal de la comunicación


González (2004, p. 301) opina que el enorme poder de convocatoria de la información sanitaria ha provocado en algunos medios de prensa escrita el nacimiento de una sección propia o de una subsección dentro del cajón de sastre que supone la macro área de sociedad. En otros, el lanzamiento de suplementos semanales como consecuencia de la necesidad de posicionarse en un mercado cada vez más especializado.

Tal y como lo expresa González, en Venezuela, ese poder de convocatoria ha tenido éxito en medios impresos, televisivos y radiales, pero no en los medios digitales, y es precisamente en estos espacios de la comunicación, donde los temas de salud, bienestar y desarrollo, se encuentran ausentes.

A pesar de existir mucha información disponible sobre diversas enfermedades, pandemias o epidemias, la población sigue estando mal informada y confundida sobre temas de salud. Esta situación plantea un desafío y abre enormes posibilidades para el periodismo.

Para Costa (2008), el periodismo tiene la responsabilidad de informar en esta materia según criterios de calidad, en lugar de considerar la salud un tema secundario, anecdótico y de relleno, tratándolo de modo superficial.

A lo largo de los últimos años, la información referida a la salud se ha acrecentado extensamente en los medios de información habitual, pasando de ocupar un espacio secundario a cada vez más, y de forma continua, disponer de un espacio propio constante. Informaciones imprevistas se han transformado en informaciones habituales; habiéndose producido, la incorporación de una nueva área de contenidos a los ya existentes. La salud ha asumido un papel protagonista en las sociedades modernas, siendo una de las grandes preocupaciones para la consecución de la máxima calidad de vida.

Actualmente se observan medios inclinados a informar sobre temas de salud pero no necesariamente lo que es importante desde la perspectiva médica o científica. Según el diccionario de la Real Academia Española, la pandemia, es una enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región; la principal diferencia entre la epidemia y la pandemia es que la epidemia es en un solo país, la pandemia se extiende a otras naciones. Partiendo de esto y lo expuesto por Acosta, se puede afirmar que las epidemias no son noticias, las pandemias lo son porque encajan en definiciones de la noticia como lo novedoso y no aquello que es permanente. Asimismo, ciertos resultados científicos son inicialmente informados para ser rápidamente olvidados bajo excusa que ya "pasaron" como noticia. En otras palabras, la información sobre salud suele ser aquello que es atractivo como noticia, más allá de su relevancia o su vinculación con procesos de largo plazo.


Un tema de actualidad en el periodismo de la salud fue la gripe AH1N1, la cual generó una interminable sucesión de acontecimientos que operan como centro de gravedad de la atención periodística, llegando a tal punto que se deja de informar para crear una noticia alarmante, estadísticas que mostraban el ascenso rápido del número de casos, discursos oficiales y opiniones de expertos, escenas de aeropuertos, calles, y escuelas vacías, ciudadanos con mascarillas desechables y denuncias de estigmatización, sólo ayudó a describir un cuadro de crisis, conflicto, incertidumbre y mortalidad, más no se realizo una información que creara conciencia del problema, su origen, causas, medidas preventivas, etc.

González también señala que las noticias sobre salud tratan temas en permanente desarrollo, pero el periodismo suele presentarlos como asuntos acabados sobre los que hay consenso en la comunidad médica. La cautela necesaria para informar dada la complejidad de las ideas y los debates entre los expertos chocan con el apuro del periodismo, su apetito por ofrecer títulos inequívocos y espectaculares, y su falta de interés en proveer información a fondo que permita contextualizar las noticias.

Un artículo publicado en miperiodico.com, expone que el periodismo en salud requiere periodistas adecuadamente entrenados, sin embargo no hay consenso sobre en qué consiste una adecuada preparación. Un tema es la necesidad de tener una especialización formal brindada por escuelas de periodismo o adquirida en cursos de postgrado y seminarios organizados por fundaciones, empresas, organismos no gubernamentales y organizaciones regionales.

¿Qué oportunidades tiene el periodismo en salud en vista de las tendencias mencionadas anteriormente? Es necesario entender que el periodismo en salud abarca una variedad de temas y enfoques: incluye, entre otros, noticias sobre "estilos de vida", entornos saludables, avances médicos, y el estado del sistema de salud. Son tantas las noticias que los lectores "quieren" como las que "necesitan". Esto requiere pensar en distintas formas de periodismo y cómo contribuyen a una mejor comprensión y difusión de temas de salud.

lunes, 18 de enero de 2010

Periodismo ciudadano en el mundo


Por: Gioconda Brun


El Periodismo Ciudadano o Participativo, surge a finales de los noventa, cuando Dan Gillmor, periodista del “San José Mercury News”, percibe que cuando escribía en su blog, este tenía un éxito sin precedentes, porque un gran número de personas opinaban y discernían sobre algún tema en particular. En Corea, se crea el diario digital Oh My News que actualmente tiene más de 37.000 corresponsales ciudadanos. En Latinoamérica, este fenómeno llega a su máxima expresión en una comunidad chilena llamada “La Recoleta”, donde los habitantes del sector, crean un portal de periodismo ciudadano y colaborativo.


Según Koldo Meso Ayerdi, “existe un segmento de población que no se limita a una acción pasiva frente a los medios, sino que prefiere producir y participar, ayudado por las inmensas posibilidades que brindan actualmente las nuevas tecnologías (...) Nos encontramos ante un panorama que acentúa aún más el protagonismo de los lectores o de las personas que constituyen las distintas audiencias”.


Periodismo Ciudadano en Venezuela


Es bien sabido por todos que los medios tradicionales venezolanos, siempre han sido utilizados para fines políticos, y esto no es algo nuevo. La parcialidad de los medios comunicacionales con los gobiernos de turno o con la oposición, han llevado a que los ciudadanos cada día crean menos en ellos, llevando a estos medios a una crisis de identidad con la sociedad.


En el año 2002 se suscitaron una serie de acontecimientos, evidenciandose posteriormente un vacío de información. Este conflicto catapultó a las páginas digitales a su máxima expresión; la ciudadanía quería saber lo que acontecía y la única forma era a través de la Web.


Para Roger Santodomingo, ex editor del portal Noticiero Digital, el Periodismo Ciudadano es opinión on line y las tendencias que se muestran en estas páginas revelan con asombro la convulsión en la que está sumida la sociedad venezolana. Características ineludibles de estos portales es la interactividad y el debate que se genera sobre todo con los temas políticos, y esto en cierta forma permite medir las pulsaciones de la sociedad venezolana.


La participación de los usuarios de las páginas digitales, es lo que en definitiva define la razón de ser del Periodismo Ciudadano, haciendo que las informaciones expresadas por los mismos ciudadanos sean no sólo oportunas, sino que en muchas ocasiones marcan la pauta noticiosa.


Los medios digitales venezolanos han roto la unidireccionalidad y verticalidad a la que estábamos acostumbrados en los medios tradicionales, donde sólo el periodista tenía la potestad de publicar, siempre y cuando se siguieran las directrices editoriales del medio. Con la puesta en escena de este nuevo actor en este nuevo escenario, las audiencias han demostrado que tienen capacidad de respuesta ante cualquier hecho o información que sea publicada. El Periodismo Ciudadano como tal hay que entenderlo, los ciudadanos protagonistas, no buscan ser periodistas, lo que desean es poder comunicar y contar lo que sucede a su alrededor, y al mismo tiempo opinar acerca de esas informaciones que gravitan en los portales digitales.


Esto es lo que de manera determinante permite la democratización de la información, haciendo que se produzca una verdadera revolución en las informaciones, simbolizando la fuerza de la independencia, identidad y democracia digital.

Internet: La revolución de la información

Por: Gioconda Brun

La Guerra Fría nace al final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. A partir de ese momento las relaciones entre las dos potencias mundiales, Estados Unidos y la Unión Soviética, se enfilaron hacia una carrera no sólo armamentista, sino también tecnológica. Hubo numerosos enfrentamientos que estuvieron a punto de llevar al planeta a la destrucción total, puesto que las dos potencias poseían grandes armamentos nucleares. La Unión Soviética por su parte, es el primer país del mundo que lanza el primer satélite (Sputnik) y el primer hombre en orbitar la tierra (Yuri Gagarin).

Los Estados Unidos, conscientes del fracaso tecnológico, se plantea el más escalofriante de los contextos: ¿Qué pasaría si la Unión Soviética inicia una agresión nuclear? Las comunicaciones quedarían interrumpidas y Norteamérica quedaría a merced de la Unión Soviética. A partir de ese momento los científicos norteamericanos se abocaron a estudiar la forma para que las computadoras estuvieran interconectadas entre sí. Es entonces cuando surge el proyecto ARPANET; inicialmente consistió en cuatro ordenadores ubicados en sitios equidistantes y utilizaban a través de un módem telefónico el almacenamiento y reenvío de información.

Esta breve reseña acerca de los orígenes del Internet, se hace necesaria para que se pueda entender la magnitud de lo que fue en esos momentos un proyecto militar, que pasó a ser un proyecto social y mundial con repercusiones en todos los ámbitos imaginados en la vida del hombre.

Desde ese mismo instante la percepción sobre las comunicaciones dieron un giro de 180 grados, haciendo que las noticias e informaciones le den la vuelta al mundo en sólo segundos. Cada vez son más los usuarios que están interconectados a través de esta gran red llamada Internet, y que día a día “va siendo dominada por la tecnología”, según Luís Joyanes, autor del libro Cibersociedad. “La información es hoy el recurso clave de la economía, de las organizaciones, del mundo cultural y de la política”.

Esta revolución informática ha dado orígenes a múltiples y variados sistemas de comunicación dentro del gran universo de la red. Es posible acceder a infinidades de blog y páginas creadas por cibernautas. Es entonces cuando el Periodismo Ciudadano surge como forma de expresión y viene a dar cuenta de un inmenso cúmulo de noticias, acontecimientos e informaciones provistas por los mismos usuarios de Internet.

La infectada creadora del blog

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